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"Un Clavo", relato ganador del concurso de @culturainquieta

De todos los objetos que Bruno posee, su clavo de hierro ocupa un lugar especial.

 

Se encuentra en un pequeño rincón destinado a los recuerdos en miniatura, sobre un estante rojo cubierto de polvo. Junto a él descansan la catedral de Florencia, un hórreo gallego, un templario leonés y un mechero de Budapest.

Bruno siempre dedica un segundo más de su pensamiento a su apéndice de metal. Se trata de un clavo muy cabezón, de seis centímetros de largo y un capuchón desproporcionado para su tamaño. Y es el único objeto del cual conoce exactamente el día de su creación: un veintisiete de Julio del año dos mil y trece, en Grandas de Salime, Asturias. Un herrero lo calentó y lo moldeó hasta convertirlo en este pequeño cabezudo, una suerte de champiñón de hierro forjado a martillazos. Él se lo quedó y lo conservó hasta su regreso a Madrid.

 

Bruno es consciente de que el resto de sus recuerdos carecen de una fecha pública de nacimiento. A él lo vio nacer, asistió a su creación como quién contempla un alumbramiento, y si uno se aferra a este vínculo, el resto de sus miniaturas no dejan de ser unas desconocidas. Porque este clavo nacido en una remota región asturiana posee una autenticidad primitiva, forjada sobre un metal de millones de años.

 

Sin embargo, cuando llegó a Madrid, Bruno le otorgó el mismo status que al resto. Lo situó junto a miniaturas artificiales, diseñadas para evocar una experiencia manufacturada. Lo aparcó junto a una efigie de plástico y una chapa de la sagrada familia, o al lado de una bola cristal con el Taj Mahal dentro, y eso que nunca ha estado en la India.

Ni siquiera le concedió un rinconcito apartado, el privilegio de unos centímetros solo para sí mismo tras miles de años bajo tierra.

 

Y ahora, debido a esta profunda injusticia en la jerarquía de sus recuerdos, se siente en deuda con su estaca de hierro, que le transmite una sensación de realidad, palpable y verdadera.

Desearía diferenciarlo del resto.

Quisiera elevarlo a los altares de las pequeñas posesiones con un vínculo especial.

 

Y sin embargo, no lo hace.



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